¡HORROR! Hallan el cadÁver de una psicÓloga DESAPARECIDA DENTRO de un MURO en la CDMX

EL MACABRO SECRETO REVELADO CINCO AÑOS DESPUÉS

 

¡Atención, raza! Lo que van a leer a continuación no es de película. Es la cruda y brutal realidad de un misterio que atormentó a la Ciudad de México durante cinco años. ¿Se acuerdan del caso de la psicóloga Julieta Montes, esa profesionista de 34 años que se esfumó sin dejar rastro de su consultorio? La policía, la familia, los vecinos… todos se rompieron la cabeza buscándola, siguiendo pistas falsas y creyendo en fantasmas. Pues prepárense para esto, porque la verdad era mucho más retorcida y estaba escondida a la vista de todos. ¡Literalmente, detrás de una pared!

Todo comenzó una noche lluviosa de mayo de 2019. Julieta, una mujer respetada y querida, terminó su jornada laboral en el edificio Juárez, en pleno Paseo de la Reforma. Las cámaras de seguridad la captaron por última vez a las 8:28 p.m., entrando al elevador. Después, nada. Su auto seguía en el estacionamiento, su consultorio cerrado y su bolsa de mano dentro. Era como si la tierra se la hubiera tragado. Su hermana, Marisa, se volvió loca buscándola. La policía abrió una carpeta de investigación por secuestro, persiguiendo a un tipo con gorra que salió del sótano esa noche. ¡UN PERFECTO DISTRACTOR!

Mientras la familia vivía un infierno, con sus padres destrozados y la esperanza muriendo lentamente, el tiempo pasaba. Pasaron meses, luego un año, y el caso se enfrió. Pero Marisa no se rindió, mantuvo la llama encendida en redes sociales, en programas de televisión, gritando al mundo que su hermana seguía desaparecida.

Lo que ni ella, ni la policía, ni nadie se imaginaba, es que el cuerpo de Julieta yacía a unos cuantos metros de ellos, en el mismo edificio que ella consideraba su segundo hogar. Y el responsable… ¡el conserje! Sí, el mismo que la saludaba con una sonrisa cada mañana, el que parecía un buen tipo y llevaba 15 años trabajando ahí. Su nombre es Juan Salazar.

 

EL HOMBRE QUE ESCONDIÓ EL HORROR Y VIVIÓ CON EL SECRETO

 

Este animal, este lobo con piel de cordero, era un ladrón. Se dedicaba a robarle objetos a los inquilinos, aprovechando su puesto. La desgracia de Julieta fue que ella lo descubrió. En su cuaderno profesional, el que la policía no encontró, ella anotó la verdad: “Irregularidades en el edificio. Objeto desaparecido. Sospechoso J.S. Reportar al síndico el viernes.

El animal de Juan supo que su negocio se venía abajo. Así que esa noche, usando su control de conserje, manipuló el elevador para que Julieta bajara directo al sótano. Ahí, en la oscuridad, la esperó. La confrontación fue corta y brutal. Julieta, con su integridad intacta, se negó a callar. Y el desgraciado, lleno de pánico, le dio un golpe mortal en la cabeza con una llave inglesa. ¡Sin piedad!

Luego, en un acto de puro terror, arrastró el cuerpo de la joven psicóloga y lo metió en un muro falso en construcción. Usando cemento y ladrillos, selló la pared, sepultando a Julieta para siempre. O eso creyó él.

 

LA VERDAD QUE UN TALADRO REVELÓ

 

Pasaron cinco años. La vida siguió su curso. Juan Salazar, el asesino, se jubiló y se mudó, creyendo que su crimen se iría con él a la tumba. Pero el destino, o la justicia divina, tenía otros planes.

En junio de 2024, el edificio Juárez inició una nueva remodelación. Los trabajadores necesitaban perforar la pared del sótano para instalar cableado. Fue ahí, en un momento de rutina, que el taladro de Carlos Rivas, un electricista, se topó con algo que no era ladrillo. Al seguir rompiendo, un olor nauseabundo se esparció por el lugar. Con el corazón en la garganta, Carlos se dio cuenta de lo que había encontrado: los restos de una persona.

La policía fue llamada de inmediato. El agente Santos, que nunca olvidó el caso de Julieta Montes, asumió la investigación. Lo que la forense encontró fue espeluznante: la bolsa, las pertenencias y, ¡el maldito cuaderno! Ese mismo cuaderno que el desgraciado de Juan había olvidado sellar junto al cuerpo. La nota con las iniciales J.S. fue la clave para desentrañar el misterio.

Con una orden de cateo en mano, los agentes cayeron sobre la casa de Juan. Encontraron los objetos robados, incluyendo el libro de Julieta. Sin escapatoria, el asesino confesó el horror de lo que hizo. Describió cómo había vivido cinco años con el peso de su crimen, visitando el sótano de vez en cuando, asegurándose de que el muro no se cayera.

Julieta estuvo ahí todo el tiempo, a unos pasos de la esperanza, mientras su familia clamaba por respuestas. La revelación fue un golpe devastador para la familia, pero también el fin de su agonía. Finalmente, pudieron darle un entierro digno. El conserje, Juan Salazar, y su cómplice, Marco Ferreira, están tras las rejas, donde pasarán el resto de sus miserables vidas.

Este caso, que conmocionó a la CDMX, es un recordatorio escalofriante de que los monstruos no siempre están en las sombras. A veces, llevan uniforme de conserje y te saludan con una sonrisa todas las mañanas.

 

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