El misterio del Cañón de la Muerte: 6 años después de la desaparición del estudiante, la única pista es su nombre tallado profundamente en el suelo.

En agosto de 2016, Evan Mitchell, un joven de 17 años con una cámara colgada al cuello y un amor por los paisajes desolados de Utah, se desvaneció. Durante seis largos años, su historia fue un eco silencioso en el pequeño pueblo de Moab, un recordatorio trágico de cómo el desierto puede reclamar a los suyos. La versión oficial era simple: un adolescente se perdió y sucumbió al calor implacable. Pero en mayo de 2022, un grupo de espeleólogos se adentró en una fisura recién descubierta en el Cañón Sand Devil y, a la luz de sus linternas, encontraron una palabra grabada en la fría pared de piedra: “Evan”. El silencio se rompió para siempre, dando paso a un misterio mucho más profundo y oscuro de lo que nadie podría haber imaginado.

El Joven que Quería Escapar

Evan Mitchell era un producto de Moab, un pueblo rodeado de imponentes cañones rojos que atraían a turistas de todo el mundo. Pero para él, esa belleza era una jaula. “Moab solo es hermoso para los que están de paso”, solía decir a sus amigos. Soñaba con la vida en una gran ciudad, lejos de las carreteras desérticas. Era el hijo mediano de una familia trabajadora; su padre, mecánico, y su madre, cajera. Para ellos, era un chico tranquilo cuya verdadera voz se expresaba a través de la lente de su cámara. Su pasión era la fotografía, capturando la soledad de los paisajes, los cielos estrellados y las caravanas abandonadas.

Conocía los alrededores de Moab como la palma de su mano, aventurándose por senderos que solo los excursionistas más experimentados se atrevían a tomar. Sin embargo, en el verano de 2016, algo en él cambió. Se volvió distante en la escuela, llenando sus cuadernos con extraños símbolos: triángulos con muescas que parecían antiguos íconos. En casa, pasaba horas en su computadora portátil, navegando por foros sobre cuevas y lugares prohibidos en Utah. “Hay lugares aquí que nadie conoce”, le confió a una amiga, Jaime Lewis. “Si los encuentras, puedes dejar una marca”. En ese momento, sus palabras no significaron nada, pero tras su desaparición, resonarían como una inquietante profecía.

La Desaparición y el Silencio del Desierto

El sábado 20 de agosto de 2016, Evan desayunó, tomó las llaves de su vieja camioneta Ford Ranger y se marchó. Fue la última vez que su madre lo vio. Las cámaras de seguridad lo captaron en una gasolinera, comprando un refresco, una barra energética y dos pilas extra para su linterna. Testigos lo vieron conduciendo solo hacia el Cañón Sand Devil. El último avistamiento confirmado fue el de un excursionista que lo describió como un joven con una cámara al hombro, “con una mirada concentrada”, que ni siquiera saludó.

Al día siguiente, su camioneta fue encontrada en un camino de tierra, a kilómetros de la ruta oficial. Las puertas estaban cerradas con llave y no había señales de lucha. Dentro, su mochila contenía una botella vacía y un cuaderno de bocetos, pero ni su brújula ni su cantimplora, dos cosas que nunca olvidaba. Tampoco estaban su teléfono ni su cartera. En el suelo yacía un mapa turístico roto con varias cruces marcadas a bolígrafo, los mismos símbolos de sus cuadernos. El coche estaba intacto, como si su dueño fuera a regresar en cualquier momento. Pero nunca lo hizo.

La búsqueda comenzó el 22 de agosto. Policías, voluntarios, perros rastreadores y drones peinaron la zona. Los perros perdieron el rastro a solo 500 metros del vehículo, donde el terreno rocoso y el calor borraron cualquier olor. Tras semanas de búsqueda infructuosa, la policía llegó a una conclusión desoladora: “Probablemente se perdió y murió por deshidratación”. Para su familia, esta versión era inaceptable. Evan conocía el cañón. No podía simplemente haberse perdido. El desierto, sin embargo, guardó silencio, y el caso de Evan Mitchell se enfrió, convirtiéndose en un archivo polvoriento.

El Símbolo en la Roca y el Nombre en la Cueva

Casi cuatro años después, en marzo de 2020, un estudiante de geología llamado Jason Reed descubrió un símbolo tallado en una cornisa rocosa: un triángulo isósceles con una línea vertical en su interior. Publicó la foto en Facebook, y la imagen llegó a la madre de Evan. Era el mismo símbolo que su hijo dibujaba compulsivamente. Los expertos confirmaron la similitud y estimaron que la talla era reciente, posiblemente de 2016. La noticia sacudió a Moab y reavivó la esperanza. Evan no se había perdido sin más; había estado allí, dejando una marca deliberada.

El verdadero punto de inflexión llegó en mayo de 2022. Tres espeleólogos de Salt Lake City exploraban una zona afectada por un desprendimiento de rocas cuando encontraron una nueva grieta. Al adentrarse, sus linternas revelaron docenas de arañazos en las paredes y, entre el caos, una palabra inconfundible y grabada a casi medio metro de altura: “Evan”. Cerca, encontraron los restos de una linterna de bolsillo y un cuchillo corroído. Las fotos de la escena llegaron a la policía, y lo que había sido un accidente se transformó en una historia con un rastro claro. Evan había estado en esa cueva.

El Misterio se Profundiza: Fuego, Foros y Sombras

La investigación forense de la cueva en junio de 2022 arrojó resultados aún más impactantes. El grabado databa de 2016. En un rincón, encontraron un trozo de tela de camiseta con restos de sudor y polvo, y en el suelo, restos carbonizados de una hoguera improvisada. Evan no solo había estado allí; había permanecido en la cueva, quizás durante varios días.

Esto llevó a los investigadores a examinar de nuevo su vieja computadora portátil. Utilizando tecnología moderna, recuperaron datos borrados y descubrieron su actividad en un foro llamado “Cuevas Ocultas de Utah”, donde usaba el apodo “Sandseeker”. Lo más revelador fue su correspondencia con un usuario llamado “deep_path”. En sus mensajes, hablaban sobre cómo construir refugios en fallas rocosas y orientarse sin mapas. “Hay lugares que ni los guías locales conocen”, le escribió deep_path. “Puedes quedarte allí y nadie te encontrará”. La identidad de esta persona nunca pudo ser establecida.

La historia tomó un giro aún más siniestro en agosto de 2022. Un grupo de investigadores regresó a la cueva y, en un recoveco más profundo, encontró una vieja caja metálica de munición. En su interior, protegida entre trozos de espuma, había una tarjeta SD dañada. Los técnicos lograron recuperar algunos archivos: tres fotos oscuras y borrosas. Una mostraba un estrecho corredor de roca. Otra, arañazos en una pared. La tercera, la sombra vaga de una figura humana.

Los periodistas pronto conectaron el caso de Evan con otras desapariciones sin resolver en la misma zona del Cañón Sand Devil, creando la imagen de un área donde la gente simplemente se desvanece. La cueva de Evan no era un lugar aislado, sino parte de una red de pasajes subterráneos que se extendían por kilómetros.

Un Legado Sin Respuestas

En el otoño de 2022, la policía de Utah emitió su informe final, reconociendo que Evan había estado en la cueva, pero sin poder determinar si fue voluntariamente, si fue atraído o si fue forzado. El cuerpo nunca fue encontrado. El 22 de noviembre de 2022, el caso se cerró oficialmente como “no resuelto”.

Para la familia Mitchell, fue una sentencia sin final. “Mi hijo está vivo hasta que no encuentren su cuerpo”, repetía su madre. En Moab, la historia de Evan se convirtió en una leyenda oscura. La cueva pasó a ser conocida como “la cueva con nombre”, un lugar prohibido que atraía a buscadores de emociones. Algunos que se aventuraron más allá afirmaron encontrar otros símbolos, algunos de apariencia mucho más antigua, y sentir cambios bruscos de temperatura o escuchar susurros en la oscuridad.

El caso de Evan Mitchell dejó de ser la historia de un adolescente perdido para convertirse en un enigma grabado en piedra. La palabra “Evan” permanece en la pared de esa cueva, un testimonio silencioso de su presencia. Si él la grabó como una última señal de vida, o si fue obra de alguien más, sigue siendo un misterio. Y con esa incertidumbre, persiste la pregunta más inquietante de todas: ¿qué otros secretos y qué otros nombres se esconden en la profunda y silenciosa oscuridad bajo el Cañón Sand Devil?

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