El Asesinato En Gran Tetón: Cómo Un Hueso En El Barro Desató La Conexión Más Espeluznante Con Una Desaparición De Los Años 80

El Secreto Que La Arcilla No Pudo Guardar: La Conexión De Décadas Que Sacudió El Parque Nacional Gran Tetón
El Parque Nacional Gran Tetón es un santuario de belleza indómita, un lugar donde el silencio se convierte en el lenguaje de la naturaleza y las montañas guardan secretos. Durante casi cuatro décadas, ese silencio fue un cómplice. Se tragó la vida de una joven turista en los años 80 y, mucho tiempo después, la de un experimentado excursionista. Ambos casos, separados por 31 años y el abismo de la duda, se unieron en un hallazgo fortuito: un simple hueso que sobresalía del barro en una cantera de arcilla, la cicatriz de un reciente deslizamiento de tierra.

El 2022 marcó el final de una búsqueda y el principio de una pesadilla para la policía de Wyoming. Cuando los geólogos encontraron esos restos humanos, envueltos en un viejo jersey de mujer de los 80, con una llave de motel obsoleta en el bolsillo, sabían que habían tropezado con algo más que un simple esqueleto. Habían abierto una caja de Pandora que conectaba el caso sin resolver de Thomas Winter con una leyenda local: la desaparición de Susan Marshall. Esta es la crónica de un doble asesinato, la persistencia de un secreto y la identidad del hombre que sembró el horror en uno de los parajes más bellos de Estados Unidos.

El Misterio De La Tienda Vacía: La Desaparición De Thomas Winter
Para entender la magnitud del descubrimiento de 2022, tenemos que retroceder a agosto de 2018. Thomas Winter, de 32 años, era la antítesis de un turista inexperto. Programador de éxito, amaba la soledad de las caminatas en solitario en el sur del Gran Tetón. Registró su ruta, estimó su regreso y llevó consigo un localizador GPS. Todo parecía seguir el plan hasta que, después de dos días, la señal se cortó de repente.

La preocupación se convirtió en alarma cuando Winter no apareció en la fecha prevista. La búsqueda fue masiva, involucrando helicópteros y docenas de profesionales. Tres días después, el equipo de búsqueda dio con su campamento. Lo que encontraron fue más confuso que tranquilizador. La tienda estaba montada, el saco de dormir cerrado y vacío dentro. En el interior, su linterna, un libro y sus pilas de repuesto. Faltaba lo esencial: su mochila.

Cualquier excursionista experimentado sabe que abandonar la mochila —con la comida, el agua, el mapa y el botiquín de primeros auxilios— es una sentencia de muerte autoimpuesta. Era el primer indicio de que la desaparición de Thomas no era un accidente. La ausencia de rastros de lucha, sangre o ataque animal era espeluznante; solo había huellas de Thomas. La naturaleza no había reclamado a Thomas, alguien se lo había llevado. A pesar de una búsqueda exhaustiva que duró semanas, Thomas Winter se había evaporado. Su caso se sumó a las trágicas estadísticas de personas desaparecidas en la naturaleza, una herida abierta para su familia.

Cuatro Años Después: El Esqueleto Y El ADN Fantasma
Cuatro años después, el hallazgo de los geólogos en la cantera de arcilla puso fin a la agonía de la familia. Los restos pertenecían a Thomas Winter. El alivio por tener un cuerpo se vio empañado por la verdad forense. Thomas había muerto por un golpe lineal en la parte posterior del cráneo, infligido con un objeto contundente. No era una caída. Era un asesinato.

Los investigadores tenían una escena de crimen y su primera pista: el jersey de mujer, de fabricación barata de finales de los 80, y la llave de latón del Triton View Motel de Jackson Hole, demolido en 1991. Ambos objetos eran artefactos del pasado que no tenían forma de haber llegado a manos de Thomas en 2018. La conexión temporal entre el jersey y la llave era obvia, pero la relación con Thomas, quien tenía el jersey enrollado alrededor del antebrazo derecho de una manera extraña, era un enigma.

El análisis forense de la chaqueta dio un giro asombroso al caso. Se extrajeron dos perfiles de ADN. Uno era, lógicamente, el de Thomas Winter. El segundo era femenino, y no coincidía con nadie en las bases de datos criminales. La policía se centró en la llave de motel y su época. Necesitaban buscar casos de mujeres desaparecidas a finales de los 80 en la zona del Gran Tetón.

Inmediatamente, apareció un nombre en los archivos: Susan Marshall, una joven de California de 24 años desaparecida en junio de 1987. El caso de Susan, archivado durante décadas, era inquietantemente similar al de Thomas. También desapareció sola, sin cuerpo, sin pistas. La diferencia crucial: Susan se había alojado en el Triton View Motel.

La policía desenterró las viejas pruebas del caso de Susan, incluyendo un cepillo de pelo que se había guardado. La comparación fue categórica: el ADN femenino en la chaqueta que envolvía el brazo de Thomas era el de Susan Marshall.

Dos Épocas, Un Solo Cazador: La Teoría Más Oscura
El asesinato de Thomas Winter ya no era un caso aislado; se había convertido en el segundo acto de un drama macabro de décadas. En la sala de conferencias, dos líneas de tiempo se conectaron con una gruesa línea roja: 1987 y 2018, unidas por la prenda de una víctima.

La teoría principal de la policía era escalofriante, pero lógica: Thomas, durante su caminata en 2018, había tropezado con el secreto de Susan Marshall. Quizás encontró la chaqueta que ella perdió durante la lucha en 1987. Al ser un excursionista experimentado, habría reconocido la prenda como una prueba de un crimen antiguo, la habría recogido y envuelto en su brazo o la habría metido en su mochila.

Y en ese momento, el mismo hombre que mató a Susan hace 31 años, el hombre que consideraba ese lugar como su coto de caza y su secreto, lo vio. El pánico y el miedo a ser desenmascarado impulsaron al asesino a actuar. Asestó el golpe fatal a Thomas, se llevó la mochila (posiblemente para eliminar cualquier otra prueba) y se deshizo del cuerpo en la cantera de arcilla, que en aquel entonces no era tan visible. La chaqueta, sin querer o con una retorcida intención, quedó junto al cadáver.

Este escenario implicaba un asesino que no era un asesino en serie en el sentido habitual, sino un hombre que había matado para mantener su secreto.

El Coleccionista De Colorado: La Pista Final
El caso parecía condenado a un callejón sin salida: dos víctimas, la prueba principal de ADN sin coincidencia, y un sospechoso que, si existía, estaba escondido. Y entonces, la prensa salvó la investigación.

Las noticias sobre la conexión entre Thomas y Susan llegaron a Boulder, Colorado, y captaron la atención de una mujer que estaba revisando las pertenencias de su difunto padre, Robert Peterson, fallecido de un ataque al corazón en 2019. Peterson era un ingeniero geólogo jubilado, un ávido excursionista y un coleccionista obsesionado con el Gran Tetón.

En una caja etiquetada como “Hallazgos Gran Tetón”, su hija encontró un tesoro macabro: el bolso de mujer, el carné de conducir, un libro y el pequeño diario de Susan Marshall. Las pertenencias que se creían perdidas con la víctima durante 31 años habían sido guardadas como trofeos por un tranquilo anciano.

La policía tenía a su sospechoso principal, aunque estaba muerto.

Robert Peterson: Un Secreto Guardado En La Tumba
La investigación se centró en la vida de Peterson. Los registros confirmaron que este ingeniero reservado y excéntrico había estado en el Parque Nacional Gran Tetón en junio de 1987 y en agosto de 2018, los momentos exactos de ambas desapariciones. No podía ser una coincidencia.

La versión final de los hechos se cerró:

En 1987, Peterson conoció a Susan Marshall en una zona aislada. El motivo exacto de la confrontación o el ataque es desconocido, pero Peterson la mató y se llevó sus pertenencias como un macabro recuerdo, desechando la chaqueta que probablemente se dañó.

Treinta y un años después, en 2018, Peterson regresó al parque. Coincidió con Thomas Winter, que tuvo la fatal mala suerte de tropezar con la chaqueta de Susan. Al ver que su secreto de décadas estaba en manos de un testigo, Peterson siguió a Thomas, lo mató de un golpe por detrás, se llevó la mochila de Thomas y arrojó el cuerpo a la cantera de arcilla. El cuerpo de Thomas fue encontrado un año después de la muerte de Peterson.

Aunque las pruebas eran circunstanciales —su presencia en el parque en ambas fechas y las pertenencias de Susan en su sótano—, la verosimilitud era innegable. Robert Peterson, un hombre de familia, un tranquilo coleccionista, había sido un depredador que actuaba en el aislamiento de las montañas, llevando la verdad de dos vidas robadas a su propia tumba.

El caso de Thomas Winter se cerró, con el asesino identificado, aunque la justicia en el sentido tradicional no pudo llevarse a cabo. El cuerpo de Susan Marshall nunca fue encontrado, y el misterio de su último momento en 1987 sigue sin resolverse. Dos almas, separadas por el tiempo, pero unidas para siempre por el oscuro secreto de un ingeniero geólogo y la tierra indómita del Gran Tetón.

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