Entonces, sucedió lo impensable. En una mañana neblinosa, un corredor descubrió inesperadamente a Sofía Luna sentada aturdida en un viejo banco de piedra en el parque de Chapultepec, a decenas de kilómetros de donde había desaparecido. Llevaba la misma ropa de ese día, pero su cuerpo estaba visiblemente más delgado, y sus ojos estaban vacíos, sin vida. Lo más extraño es que no había signos de tortura o de haber estado atada. Después de ser llevada a la estación de policía y tranquilizada, Sofía comenzó a contar su La Desaparición de Sofía Luna: Entre el Abismo del Crimen y el Misterio

Ciudad de México, una de las capitales más vibrantes y bulliciosas del mundo, a menudo es el escenario de historias escalofriantes y trágicas. Pero pocas historias han conmocionado y provocado tanto pánico como la desaparición y el regreso de Sofía Luna, un ícono de la generación joven. Esta chica de 25 años no solo era una travel blogger y una influencer famosa con fotos coloridas y videos de cultura gastronómica, sino que también era un modelo de optimismo y energía positiva. Y fue su fama y belleza lo que hizo que su desaparición una tarde de septiembre de este año se convirtiera en una pesadilla colectiva.

Sofía Luna, con su largo cabello castaño y su radiante sonrisa, publicó su última foto en su perfil personal, tomada en un pequeño café en el barrio de Coyoacán. El simple estado de ánimo “¡Amo la Ciudad de México!” era, sin que nadie lo supiera, su último mensaje antes de desaparecer por completo. Cuando su familia no pudo contactarla, informaron de inmediato a la policía. La ola de búsqueda se extendió rápidamente en las redes sociales con el hashtag #DondeEstaSofia.

Inicialmente, la policía investigó la desaparición como un posible secuestro con fines de extorsión. El estatus de Sofía la convertía en un objetivo ideal. Todos los datos electrónicos, desde su teléfono hasta su computadora portátil, fueron revisados. Las últimas llamadas, mensajes y cada movimiento en las redes sociales fueron analizados minuciosamente. Pero todo condujo a un callejón sin salida. No hubo una nota de rescate, no hubo llamadas de números desconocidos, y no hubo signos de lucha en su apartamento. La policía revisó todas las cámaras de seguridad en Coyoacán, pero Sofía parecía haberse desvanecido justo después de salir del café.

A medida que pasaba el tiempo, la esperanza se desvanecía. La familia de Sofía ofreció una gran recompensa, los seguidores crearon grupos de búsqueda y el miedo a un trágico desenlace se apoderó de todo el país. Los expertos en criminología comenzaron a proponer frías teorías: que podría haber sido víctima de una red de tráfico de personas o que podría haber sido asesinada profesionalmente. La gente comenzó a aceptar la idea de que Sofía Luna solo sería una foto más en el tablón de anuncios de personas desaparecidas.historia. Y lo que contó dejó atónitos incluso a los investigadores más experimentados.

“No eran humanos”, susurró, con la voz ronca. “Seguí una voz… una voz dulce y profunda… bajé por un viejo túnel de piedra, y ya no estaba en México”.

Según el relato de Sofía, no fue secuestrada sino que siguió voluntariamente a un “guardián” misterioso. Fue llevada a un lugar que llamó “el mundo de la piedra y el silencio”. Era un laberinto gigante de túneles tallados a mano, con murales que representaban rituales antiguos y dioses olvidados. La única luz provenía de piedras que brillaban. No comió, no durmió, y no sabía cuánto tiempo pasó. Solo escuchaba susurros en un idioma que no entendía, pero sentía el significado: una advertencia.

“Ellos dijeron que hemos olvidado”, relató Sofía, con lágrimas en los ojos. “Hemos olvidado nuestras raíces, olvidado lo que es realmente importante. Me dijeron que debía regresar para advertir a todos. Que el mundo está perdiendo el equilibrio, y que la prosperidad actual es solo una ilusión”.

El relato de Sofía causó una crisis en la comunidad de investigadores. Los psicólogos intervinieron de inmediato, sugiriendo que podría haber sufrido un trauma grave que la llevó a construir una historia de fantasía para hacer frente a la horrible verdad. Otros analistas sugirieron que fue un secuestro extremadamente sofisticado, en el que el perpetrador usó drogas alucinógenas o hipnosis para manipular a la víctima. Pero no hay evidencia que respalde estas teorías. Sofía estaba completamente sana, no había rastros de drogas, y todos los resultados de las pruebas eran normales.

Mientras tanto, su historia ha provocado un intenso debate en la comunidad. Los investigadores de culturas antiguas y los arqueólogos han mostrado un interés particular. Señalaron que los detalles en su historia sobre “el mundo de la piedra y el silencio” tienen una asombrosa coincidencia con algunas leyendas antiguas del pueblo azteca sobre Mictlán, el inframundo de la muerte. ¿Acaso Sofía Luna encontró sin querer una entrada a un lugar que las civilizaciones prehispánicas creían que era real?

La policía ha revisado el área alrededor de Coyoacán, especialmente las catacumbas o los antiguos sistemas de alcantarillado, pero no encontró ningún rastro de un túnel secreto como el que Sofía describió. El caso de su desaparición, una vez resuelto en cuanto a su paradero, se ha convertido en un misterio aún mayor.

Sofía Luna, después de regresar, se retiró de las redes sociales. Vive una vida tranquila, lejos del centro de atención. Tal vez se ha dado cuenta de que el mundo en el que solía vivir y el mundo que vio son dos realidades que no pueden coexistir. Su caso sigue sin una resolución definitiva. La policía sigue perpleja ante un expediente sin sospechosos, sin un arma del crimen, y sin una explicación lógica. Y los mexicanos siguen preguntándose: ¿Fue Sofía Luna víctima de un crimen horrible o la primera persona en este siglo en regresar de otro mundo con una advertencia?