En la mañana del 12 de septiembre de 1999, Ross García, un profesor de ciencias de 40 años, salió de su hogar en Estis Park, Colorado, con un objetivo claro: conquistar la ruta Keyhole en Longs Peak, una de las cumbres más desafiantes del Parque Nacional de las Montañas Rocosas. Entusiasta del aire libre, meticuloso planificador y respetado montañista, parecía tener todo bajo control. Pero nunca regresó.
Lo que comenzó como una salida rutinaria terminó convirtiéndose en un misterio que atormentó a su familia y a la comunidad durante más de dos décadas. La desaparición de Ross marcó un antes y un después, una herida abierta que, finalmente, en 2023, reveló una verdad aún más espeluznante de lo imaginado: no fue víctima de un accidente, sino de un asesinato.
El día de la desaparición
Ross fue visto por varios excursionistas aquel día. Saludó con energía, intercambió comentarios sobre el clima y emprendió su camino hacia la imponente cumbre de 4.346 metros. Todo parecía en orden: su mochila organizada, su itinerario informado a su esposa, Ivonne Price, y un retorno planeado para la tarde.
Pero cuando no apareció al final del día, Ivonne dio la alerta. Se inició una operación masiva de búsqueda y rescate. Durante semanas, guardabosques, voluntarios y perros rastreadores recorrieron el terreno escarpado de Longs Peak. Encontraron su coche en el inicio del sendero, pero nada más. Ni ropa, ni equipo, ni huellas. El silencio de la montaña fue absoluto.
Con el paso de los meses, la hipótesis más aceptada fue la más cruelmente lógica: Ross habría caído en alguno de los precipicios de la peligrosa ruta Keyhole. Sin cuerpo, sin pruebas, el caso quedó archivado como “accidente presumido”.
Dos décadas de incertidumbre
Para Ivonne, el dolor fue interminable. Cada cumpleaños, cada aniversario, era un recordatorio de un vacío imposible de llenar. Amigos como Felix Campbell, colega y compañero habitual de senderismo de Ross, estuvieron a su lado, brindando apoyo en esos años de angustia.
La historia de su desaparición se convirtió en leyenda local, repetida como advertencia a montañistas novatos. Sin embargo, los rumores nunca se apagaron. Algunos hablaban de una caída, otros de un encuentro con animales salvajes, y no faltaban teorías de que Ross había huido para empezar una nueva vida. Pero ninguna pista nueva apareció… hasta 2023.
El deshielo trae un secreto mortal
Ese verano, un grupo de excursionistas que exploraba zonas remotas de Longs Peak se topó con un hallazgo escalofriante: restos humanos parcialmente incrustados en un nevero que retrocedía. Aún colgaba una mochila en el esqueleto.
El análisis forense confirmó lo impensable: eran los restos de Ross García. Tras 24 años bajo el hielo, la montaña había devuelto el misterio. La noticia causó un impacto inmediato. Para Ivonne, fue la confirmación de lo que había temido y esperado a la vez: al fin había un cuerpo, una tumba tangible para llorar.
Pero lo más perturbador estaba por llegar.
La bala en el cráneo
En medio de los análisis, un detalle estremeció a los investigadores: un orificio redondo y limpio en el cráneo. Los expertos en balística no dudaron: era una herida de bala, no un golpe de caída. Ross no había muerto en un accidente. Había sido ejecutado de un disparo.
La investigación, archivada por décadas como accidente, se reabrió de inmediato como homicidio. La jefa de la unidad de casos fríos, la capitana Olivia Green, tomó el mando.
El pasado bajo la lupa
Green y su equipo revisaron minuciosamente los archivos de 1999. Con nuevas tecnologías, desde análisis de ADN hasta reconstrucciones digitales en 3D, comenzaron a reconstruir la escena del crimen. El proyectil extraído del cráneo fue clave: correspondía a un revólver calibre .38.
La sorpresa llegó cuando los registros revelaron que ese arma estaba registrada a nombre de alguien cercano: Felix Campbell, el supuesto amigo inseparable de Ross.
Sospechas sobre el amigo
Campbell había estado presente en la búsqueda inicial, apoyando a Ivonne y mostrando dolor por la pérdida. Pero había inconsistencias en su relato: versiones confusas sobre dónde se encontraba aquel día, contradicciones con otros testigos, y un detalle inquietante: meses después de la desaparición, comenzó a cortejar a Ivonne.
¿Era un simple amigo reconfortando a una viuda, o un hombre que había visto en la tragedia la oportunidad de acercarse a la mujer que deseaba?
La confesión
Con el balazo vinculado directamente a su revólver, Campbell fue llamado a interrogatorio. Primero negó todo, afirmando que su arma había sido robada meses antes. Pero la presión de las pruebas fue demasiado.
Finalmente confesó. Admitió que aquel día discutió con Ross en la montaña. La conversación escaló hasta convertirse en pelea. En un ataque de ira y celos, sacó su revólver y disparó. Después, arrastró el cuerpo a una zona apartada y lo cubrió con rocas y nieve, confiando en que la naturaleza haría el resto.
Volvió al campamento fingiendo preocupación y participó en la búsqueda, mientras guardaba un silencio mortal durante más de dos décadas.
Justicia tras 24 años
La revelación destrozó a la comunidad. Un amigo convertido en asesino. Una viuda que lloró junto al hombre que le había robado a su esposo. Un crimen enterrado en hielo, revelado solo por el cambio climático y el paso del tiempo.
Hoy, con Campbell arrestado y enfrentando cargos de asesinato, el caso de Ross García se cierra con respuestas, aunque ninguna suficiente para borrar el dolor. Para Ivonne y todos los que lo amaron, queda la certeza de que la verdad, aunque tarde, finalmente salió a la luz.
La montaña guardó su secreto por 24 años. Pero al final, el hielo habló.