La billetera oculta que reabrió el caso Blackwood: 11 años después, Las Vegas enfrenta un secreto de poder y traición

El 15 de marzo de 2007, Rosa Martínez, camarera veterana del Golden Desert Casino Hotel, creyó que sería un día más de trabajo. Después de 23 años limpiando habitaciones en Las Vegas, nada la sorprendía. Pero aquella mañana, al mover un pesado mueble para pasar la aspiradora, encontró un objeto que cambiaría para siempre la historia de la ciudad: una billetera de cuero, intacta, con el nombre que hacía más de una década marcaba un misterio doloroso.

En su interior estaba la licencia de conducir de Nevada de Timothy Blackwood, de 19 años, hijo de Vincent Blackwood, dueño del Golden Desert Casino. Timothy había desaparecido misteriosamente en septiembre de 1996 después de una fiesta privada en Summerland. Desde entonces, ni la policía, ni los investigadores privados contratados por la familia habían podido dar con una sola pista sólida. Su coche apareció días después en el estacionamiento del aeropuerto de McCarran, pero sin rastro de él.

El hallazgo de Rosa Martínez cambió todo. Además de la licencia, la billetera contenía una tarjeta de presentación de una compañía llamada Desert Investments LLC con un número telefónico escrito a mano, y una tarjeta magnética de habitación del Mirage Casino, otro de los grandes complejos de Las Vegas. Los objetos fueron entregados de inmediato a la policía, que reabrió el caso bajo la dirección del detective Frank Morrison, quien en 1996 había sido un joven investigador y ahora era especialista en casos sin resolver.

Un socio bajo la lupa

La investigación pronto reveló un detalle escalofriante: la habitación 2847 del Golden Desert, donde apareció la billetera, había sido registrada en septiembre de 1996 por David Preston, socio comercial y amigo cercano de Vincent Blackwood, además de anfitrión de la fiesta de despedida de Timothy la noche en que desapareció.

Este dato cambió radicalmente la percepción de los hechos. Preston nunca había mencionado tener una habitación en el hotel, a pesar de que vivía a tan solo 20 minutos de allí. Peor aún: también se descubrió que la tarjeta del Mirage encontrada en la billetera correspondía a otra habitación reservada a nombre de Preston la misma noche. ¿Por qué necesitaba habitaciones en dos casinos diferentes y por qué Timothy tenía su llave?

Mentiras y contradicciones

Durante el interrogatorio, David Preston mantuvo la calma solo unos minutos. Había afirmado en 1996 que Timothy salió de su fiesta para ir a “jugar en un casino”. Pero esa versión se desplomó cuando Morrison recordó un detalle fundamental: Timothy tenía 19 años, era menor de edad y no podía apostar legalmente en Nevada. Además, su padre había sido estricto en prohibirle acercarse a los juegos de azar, consciente de lo que significaría para su licencia de casino cualquier infracción.

Cuando la policía le presentó a Preston la evidencia del hallazgo, sus reacciones nerviosas, evasivas y su rápida solicitud de abogado mostraron una conciencia de culpa que no pasó desapercibida. Las sospechas se intensificaron con un descubrimiento aún más explosivo.

El motivo: corrupción y millones en juego

Vincent Blackwood, tras revisar archivos antiguos, entregó a la policía documentos de 1996 relacionados con un proyecto de desarrollo liderado por Preston. Los papeles revelaban pagos encubiertos a miembros del concejo municipal de Las Vegas, disfrazados como “honorarios de consultoría”. Dos concejales habían recibido decenas de miles de dólares justo antes de votar a favor de la rezonificación necesaria para el proyecto de Preston.

Timothy, que trabajó aquel verano en el departamento contable del casino, había tenido acceso a esos documentos. Todo apunta a que descubrió las irregularidades y posiblemente amenazó con revelarlas. El motivo estaba claro: Preston habría tenido razones de peso para silenciar al joven heredero antes de que hablara.

Pruebas definitivas

El laboratorio forense encontró huellas dactilares de Preston en la billetera de Timothy. La coartada se derrumbó. Al ser confrontado, Preston balbuceó explicaciones incoherentes, afirmando que Timothy le había mostrado su billetera en la fiesta, pero no pudo explicar cómo terminó oculta en su habitación del Golden Desert.

Finalmente, fue arrestado bajo cargos de obstrucción de la justicia y sospecha de asesinato. Pero en un último giro, Preston pidió hablar con la policía federal. Aseguró que no había actuado solo y que el caso estaba vinculado a una red más amplia de corrupción que involucraba a concejales, ejecutivos de casinos e incluso agentes de policía.

El caso que sacudió Las Vegas

Lo que comenzó como la desaparición de un joven en una fiesta privada terminó exponiendo un entramado de sobornos, traiciones y poder oculto tras las luces de la ciudad del juego. Once años después, la billetera de un muchacho que nunca llegó a cumplir 20 años se convirtió en la clave para reabrir un caso que parecía enterrado para siempre.

El misterio del “Caso Blackwood” no solo devolvió esperanza a un padre que jamás dejó de buscar respuestas, sino que también expuso cómo la corrupción puede silenciar a las voces más inocentes. Y ahora, con nuevos nombres bajo investigación y el FBI implicado, la historia de Timothy promete revelar secretos que Las Vegas intentó olvidar.

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