El tanque del horror: hallan asesinada a Amanda Brown seis años después de su misteriosa desaparición

Durante seis años, la familia de Amanda Brown vivió con la angustia de no saber qué le había ocurrido. La joven excursionista de 29 años desapareció en 2013 durante una caminata en el bosque nacional Cherokee, Tennessee, dejando tras de sí un vacío y un misterio que parecía no tener fin. Lo que nadie imaginaba era que su cuerpo se encontraba oculto a tan solo unos kilómetros de donde fue vista por última vez, dentro de un tanque de refrigeración en un campamento abandonado.

El 11 de octubre de 2019, un grupo de trabajadores contratados para limpiar los terrenos del viejo campamento Yahula se encontró con un recipiente de hierro parcialmente enterrado. Era demasiado pesado para moverlo, así que decidieron abrirlo con herramientas de corte. Lo que emergió fue un hedor insoportable que los obligó a retroceder. En su interior, bajo capas de hojas y escombros, yacía un esqueleto humano. La escena quedó inmediatamente acordonada por la policía, y lo que en un principio parecía un hallazgo macabro pronto se convirtió en la clave para resolver un caso que había estremecido a la comunidad.

Las pruebas forenses confirmaron lo que temían: los restos pertenecían a Amanda Brown. El análisis de la dentadura y los huesos permitió una identificación irrefutable. Pero lo más revelador llegó con la autopsia: un hueso del cuello, el hioides, presentaba una fractura característica de estrangulamiento. Amanda no se había perdido ni había sufrido un accidente. Había sido asesinada.

La desaparición de 2013

Amanda era una senderista experimentada. Se preparó con todo detalle para una travesía de cuatro días por los senderos menos transitados del bosque Cherokee. El 22 de julio de 2013 llamó a su madre para contarle su itinerario y despedirse hasta el día de su regreso. A la mañana siguiente fue vista por última vez en el inicio del sendero Deer Creek. Después de ese momento, su rastro desapareció.

Cuando Amanda no volvió en la fecha prevista, su familia dio aviso a las autoridades. La búsqueda se desplegó de inmediato con helicópteros, brigadas caninas y decenas de voluntarios. Sin embargo, no apareció ni una sola pista. Los perros rastreadores siguieron su olor hasta un punto del sendero, pero allí el rastro se desvanecía por completo, como si la tierra se la hubiera tragado.

Las hipótesis fueron múltiples: accidente, ataque de animales, desaparición voluntaria. Ninguna cuadraba. Todo indicaba que Amanda había sido forzada a abandonar el sendero, quizá subida a un vehículo. El tiempo pasó y el caso quedó en suspenso, convertido en uno de esos enigmas que pesan como leyenda en los rincones más inhóspitos.

El hallazgo en el campamento Yahula

El viejo campamento Yahula había cerrado en 2011 y desde entonces permanecía abandonado. Entre sus instalaciones se encontraba un tanque de refrigeración de varias toneladas, escondido entre la maleza detrás del comedor principal. Solo antiguos empleados conocían su existencia. Allí, bajo hierro oxidado y olvido, terminó el cuerpo de Amanda.

El descubrimiento cambió el rumbo de la investigación. Ya no se trataba de una desaparición misteriosa, sino de un asesinato cuidadosamente oculto. Los detectives comenzaron a revisar la lista de exempleados del campamento, convencidos de que solo alguien con conocimiento del lugar habría podido elegir ese escondite.

El sospechoso clave

La atención se centró en Martin Gray, un hombre de 57 años que había trabajado más de quince años como instructor de supervivencia en Yahula. Tras el cierre del campamento, continuó viviendo a pocos kilómetros del bosque Cherokee. Vecinos y antiguos compañeros lo describían como un hombre solitario, reservado y obsesionado con la naturaleza.

Cuando fue interrogado, Gray negó conocer a Amanda o haber regresado al campamento tras su cierre. Alegó que en julio de 2013 se encontraba en su casa, aunque no pudo aportar un testimonio sólido que respaldara su coartada. La policía consiguió una orden de registro para su vivienda, convencida de que su vínculo con el campamento y su profundo conocimiento de sus rincones no era una simple coincidencia.

Un caso aún abierto

La revelación de que Amanda Brown fue estrangulada y escondida en un tanque abandonado conmocionó a la comunidad y reavivó la indignación de su familia, que durante años mantuvo viva la esperanza de encontrar respuestas. El hallazgo puso fin a la incertidumbre, pero abrió un nuevo capítulo: el de la justicia pendiente.

¿Fue Martin Gray el responsable del crimen o solo un hombre en el lugar equivocado? ¿Qué motivo podía tener alguien para acabar con la vida de Amanda, una joven que solo buscaba la paz de la naturaleza?

Hoy, el caso de Amanda Brown sigue siendo uno de los más perturbadores de Tennessee. La certeza de su asesinato dejó atrás la incertidumbre, pero la pregunta clave aún persiste: ¿quién apagó su vida en aquel verano de 2013 y logró mantener el secreto durante seis años en el corazón del bosque Cherokee?

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