El misterio de Evan Pike: del campamento perfecto al hallazgo macabro bajo un baño público

La historia de Evan Michael Pike parecía destinada a ser una anécdota más de un fin de semana en contacto con la naturaleza. Ingeniero civil de 36 años, meticuloso en su trabajo y en sus pasiones, era conocido por su disciplina, su amor por la montaña y sus excursiones planificadas al milímetro. El 19 de julio de 2019, dejó Portland rumbo al Bosque Nacional Deschutes, en Oregón, con una ruta sencilla en mente: acampar junto al Lago Paulina y al día siguiente subir a un mirador con vistas al majestuoso cráter volcánico de Newberry. Nada indicaba que ese sería su último viaje.

Evan llegó al campamento Little Crater, un espacio popular entre familias y turistas. Tras registrar su coche gris y montar su tienda, encendió una fogata, cenó en calma y saludó cordialmente a los vecinos. Fue visto por última vez alrededor de las 10:30 de la noche, relajado frente a las brasas. A la mañana siguiente, su tienda estaba intacta, su coche estacionado en el mismo lugar, su mochila, su billetera y todo su equipo guardados. Solo él había desaparecido.

Durante dos días, nadie sospechó nada grave. Un excursionista experto podía salir al amanecer y volver tarde. Pero el lunes, cuando no se presentó a trabajar en Portland, la alarma se encendió. Su familia, preocupada, reportó su desaparición. El sheriff del condado inició entonces una investigación que rápidamente cambió de tono: algo no cuadraba.

En su coche se halló la mochila principal, el filtro de agua, comida para varios días y hasta su billetera con dinero en efectivo. Ningún excursionista saldría sin esos elementos básicos. Tampoco había señales de lucha. El rastro de los perros se interrumpía en seco cerca de los baños y del lago. Evan parecía haberse evaporado.

La búsqueda se volvió masiva. Cientos de voluntarios, equipos caninos, helicópteros con cámaras térmicas e incluso la Guardia Nacional recorrieron kilómetros de senderos, montañas y bosques. Durante semanas, no apareció un solo indicio. Ni una huella. Ni una prenda. Nada. Para finales de agosto, el caso se había convertido en un misterio insondable, archivado como “no resuelto”.

Pero la naturaleza y la rutina esconden secretos que tarde o temprano salen a la luz. El 25 de septiembre, trabajadores de saneamiento llegaron al campamento para vaciar los tanques sépticos de los baños públicos. Al abrir la compuerta de concreto de uno de ellos, un olor insoportable los golpeó. Era distinto al que conocían en su oficio: un hedor penetrante, inequívocamente humano. Al dirigir la linterna hacia el fondo, distinguieron lo inimaginable: un cuerpo en descomposición.

La zona fue cerrada de inmediato. Equipos forenses, policías y detectives rodearon el baño convertido en escena del crimen. La extracción del cadáver requirió trajes especiales, mascarillas y bombas de extracción de residuos. Cuando el tanque se vació, emergió el cuerpo de un hombre adulto, sumido en el líquido por más de once semanas. La escena era tan perturbadora como reveladora: en la pared interior del tanque, los peritos hallaron la huella de una bota, una señal de que la víctima intentó resistirse, de que luchó por salir.

En la morgue estatal de Oregón, la identidad fue confirmada gracias a las fichas dentales: se trataba de Evan Pike. El hallazgo puso fin a la incertidumbre de su familia, pero abrió una herida más profunda: la certeza de que no fue un accidente. La autopsia reveló un golpe letal en el cráneo con un objeto contundente y una fractura defensiva en el brazo derecho, evidencia de que Evan intentó protegerse. El dictamen fue claro: homicidio.

El misterio ahora se transformaba en una cacería de asesino. La investigación se centró en quienes tuvieron acceso al campamento durante ese verano: trabajadores de mantenimiento, contratistas, personal de parques y visitantes. La única pista material era la huella de la bota encontrada dentro del tanque: un calzado de trabajo, común entre obreros y personal de servicio.

La pregunta que atormenta a investigadores y familiares es simple y aterradora: ¿quién pudo asesinar a Evan, en medio de un campamento lleno de turistas, y esconder su cuerpo en un lugar tan insólito sin que nadie lo notara?

El caso de Evan Pike es hoy uno de los más inquietantes de Oregón. No solo por la brutalidad del crimen, sino por el vacío de respuestas. Una desaparición en plena temporada turística, una búsqueda que movilizó a todo un estado y un hallazgo macabro bajo un baño público. Una historia real que parece escrita para una novela de suspenso, pero que dejó tras de sí el dolor de una familia y un asesino aún sin nombre.

Lo que comenzó como una caminata tranquila en un bosque se convirtió en un recordatorio escalofriante: incluso en los lugares más cotidianos, bajo el suelo que pisamos sin pensar, puede ocultarse la clave de una tragedia.

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