El crimen sin resolver del Black Canyon: la tragedia de la familia Langford y el guía que desapareció sin dejar rastro

El 9 de agosto de 2019, Mark Langford, de 38 años, su esposa Lisa, de 35, y su hijo Andrew, de 9, partieron desde Denver con destino al Black Canyon of the Gunnison National Park. La idea era sencilla y familiar: escapar de la rutina, acampar bajo las estrellas y disfrutar de un fin de semana tranquilo en uno de los paisajes más imponentes de Colorado. Nadie podía imaginar que ese viaje se transformaría en una de las tragedias más perturbadoras en la historia reciente del estado.

La última llamada

Ese mismo día, por la tarde, las cámaras de seguridad registraron el ingreso del Honda Odyssey azul de la familia al parque. Más tarde, a las 8:47 p.m., Mark llamó a su hermana Carol. La conversación fue breve: habían armado la tienda, pero el clima se complicaba. Su última frase quedó grabada en la memoria de Carol: “El clima está cambiando, pero todo está bien hasta ahora”. Luego, silencio absoluto.

La desaparición

El 10 de agosto, cuando se suponía que la familia debía iniciar una caminata hacia uno de los miradores del sur del cañón, nadie los vio. Otros turistas pasaron por la zona sin notar su campamento. La ausencia no levantó alarmas inmediatas, pero al día siguiente, cuando los Langford seguían sin comunicarse, los familiares comenzaron a llamar a la administración del parque.

El 13 de agosto, dos guardabosques patrullando el sur del cañón hicieron un hallazgo escalofriante. A apenas 50 yardas de un acantilado encontraron una tienda volcada, con los vientos rotos, huellas parcialmente borradas y marcas de arrastre. Dentro, bajo una lona ensangrentada, yacían los cuerpos de Mark, Lisa y Andrew, con manos y pies atados.

El inicio de la investigación

La escena del crimen desconcertó a las autoridades. Faltaban mochilas, un botiquín y parte del equipo. No había arma homicida. Sin embargo, había pistas: una cuerda de uso industrial con rastros de sangre que no pertenecía a ninguno de los Langford, huellas de zapatos talla 12 y un misterioso SUV oscuro captado en cámaras esa misma noche.

Las primeras sospechas recayeron en James Caldwell, un hombre con antecedentes por agresión en campamentos. Pero su coartada lo excluyó. La investigación dio un vuelco con la aparición de otro nombre: Greg Hansen, un guía de rafting de Montrose con antecedentes por violaciones de seguridad y armas sin licencia.

El sospechoso que huyó

Testigos situaron a Hansen cerca del área del crimen, e incluso lo vieron discutiendo con otro hombre. Además, una cámara registró su SUV con un tráiler y un kayak saliendo del parque a las 5 a.m. del 10 de agosto. Días después, un kayak verde fue hallado encajado entre rocas del río Gunnison, con manchas de sangre pertenecientes a Mark Langford y rastros de un ADN desconocido.

Poco después, Hansen desapareció. Dejó su casa cerrada, su teléfono apagado y ni rastro en bancos ni carreteras. Fue declarado testigo clave y luego principal sospechoso.

El enigma de un segundo atacante

Las pruebas biológicas revelaron algo inquietante: no solo Hansen estaba implicado. Huellas de ADN en la cuerda, un frasco metálico con saliva y un fragmento de pala ensangrentada apuntaban a un segundo individuo, jamás identificado. Un testigo recordaba haber visto a un hombre con un tatuaje triangular en el antebrazo junto a Hansen semanas antes del crimen.

Además, el mismo día de la huida de Hansen, un Jeep Grand Cherokee oscuro abandonó el parque apenas minutos después de su SUV. Todo parecía indicar que no había actuado solo.

El robo como posible móvil

Los familiares confirmaron que Mark llevaba consigo un bolso con unos 200 dólares y un equipo fotográfico profesional, nunca recuperados. Todo apuntaba a un robo violento, pero el nivel de brutalidad con que la familia fue asesinada sugiere algo más: planificación, violencia desmedida y conocimiento del terreno.

Una investigación sin cierre

A lo largo de meses, la policía local y la FBI rastrearon ríos, cañones y antiguos refugios de pescadores. Hallaron restos de un contenedor de plástico con sangre de Lisa y equipo posiblemente usado por Hansen. Sin embargo, ni él ni el misterioso hombre del tatuaje triangular han sido localizados.

El caso de la familia Langford quedó en un limbo doloroso: con pistas sólidas, sospechosos claros y, sin embargo, sin justicia. La imagen de esa tienda volcada al borde del cañón sigue siendo un símbolo de horror y de un misterio sin resolver que todavía persigue a Colorado.

A día de hoy, Greg Hansen continúa en la lista de los más buscados, y el segundo hombre nunca ha sido identificado. El Black Canyon guarda sus secretos, y una familia entera quedó atrapada en ellos para siempre.

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