¡UN RETORNO QUE NADIE PODÍA IMAGINAR! Ocho años después de la misteriosa desaparición de cinco mochileros en la selva profunda de Yucatán, Ángel Eduardo Rivas Montiel volvió… pero no era el mismo.

EL REGRESO QUE NADIE ESPERABA

UN VIAJE DE AVENTURA QUE TERMINÓ EN MISTERIO

En el verano de 2015, un grupo de cinco jóvenes amigos decidió emprender una travesía por la selva profunda de Yucatán. El objetivo: explorar zonas arqueológicas poco conocidas y documentar su experiencia como parte de un proyecto audiovisual. Los viajeros eran Ángel Eduardo Rivas Montiel, Luis Bernardo Tamez Flores, Iván Romero García, Camila Torres Delgado y Diego Esteban Canto Ruiz, todos originarios de diferentes estados del país.

La última vez que sus familias tuvieron contacto con ellos fue el 17 de julio, cuando uno de los chicos envió una fotografía desde un campamento improvisado en las cercanías de la zona de Calakmul. Después de eso, el silencio fue absoluto.

LA DESAPARICIÓN QUE CONMOVIÓ A MÉXICO

Tras más de 48 horas sin noticias, las familias comenzaron a alertarse. Se comunicaron con autoridades locales y organizaron búsquedas iniciales por su cuenta. Poco después, la Guardia Nacional y equipos de rescate iniciaron una operación en la zona. Participaron helicópteros, perros rastreadores y drones térmicos.

A pesar de los esfuerzos, no se encontró ni un solo rastro del grupo. Ni mochilas, ni teléfonos, ni restos de campamento. El caso fue ampliamente cubierto por la prensa en ese entonces, y la desesperación de las familias se hizo viral en redes sociales. Sin embargo, con el paso de los meses, la atención mediática se desvaneció y la investigación fue archivada como “desaparición no resuelta”.

OCHO AÑOS DE SILENCIO ABSOLUTO

Durante casi una década, no hubo pistas, testigos ni avances reales. Algunas teorías sugerían que los jóvenes habían sido víctimas del crimen organizado. Otras apuntaban a accidentes naturales, como derrumbes en cenotes o ataques de animales salvajes. Pero todas las hipótesis carecían de evidencia sólida.

Los familiares mantuvieron la esperanza, organizando conmemoraciones anuales y difundiendo imágenes de sus seres queridos. Nadie imaginaba que, ocho años después, uno de ellos regresaría.

UNA APARICIÓN QUE NADIE PODÍA EXPLICAR

El 3 de junio de 2023, un joven desorientado y cubierto de tierra fue visto caminando cerca de una gasolinera en el municipio de Escárcega, Campeche. Estaba deshidratado, con signos de desnutrición, y vestía ropas deterioradas. No portaba identificación, pero cuando un oficial lo abordó, murmuró su nombre: Ángel Eduardo Rivas Montiel.

La noticia se propagó con rapidez. Las autoridades confirmaron su identidad mediante pruebas biométricas, y su familia fue contactada de inmediato. El reencuentro fue transmitido por medios locales, y poco después, el caso se convirtió en tendencia nacional.

EL ESTADO MENTAL DE ÁNGEL EDUARDO

Durante los primeros días, Ángel fue incapaz de explicar lo que había vivido. Tenía episodios de confusión y evitaba hablar de los otros cuatro viajeros. Fue atendido por psicólogos del DIF y especialistas del Instituto Nacional de Psiquiatría.

Poco a poco, con terapia y el apoyo de su madre, comenzó a relatar fragmentos de lo sucedido. Sus declaraciones fueron transcritas por peritos y se convirtieron en la base de una nueva investigación.

UNA HISTORIA FUERA DE TODA LÓGICA

Según sus testimonios, el grupo se adentró más de lo planeado en una zona densa y poco mapeada de la selva. En una noche de tormenta, encontraron una cueva con pinturas rupestres y decidieron refugiarse allí. A partir de ese momento, según Ángel, comenzaron a suceder “cosas que no se pueden explicar con palabras”.

Afirmó que comenzaron a tener alucinaciones, que el tiempo parecía transcurrir de forma extraña, y que uno a uno sus amigos fueron desapareciendo. No pudo precisar si se extraviaron, si fueron arrastrados por algo o si simplemente… se desvanecieron.

Lo más desconcertante fue lo que dijo después: aseguró que vivió “años enteros” dentro de esa cueva sin salir, pero que en realidad solo habían pasado unos días afuera. Su percepción del tiempo, según los expertos, podría haber sido alterada por un episodio psicótico o por aislamiento extremo.

UNA LIBRETA LLENA DE MISTERIOS

Cuando fue rescatado, Ángel llevaba consigo una libreta deteriorada. En su interior había dibujos, símbolos extraños, frases en maya antiguo y mapas rudimentarios. Algunos símbolos coincidían con los encontrados en ruinas arqueológicas sin catalogar.

La libreta fue entregada al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde lingüistas y arqueólogos siguen intentando descifrar su contenido. Aunque no han hecho declaraciones oficiales, se cree que algunos de los símbolos podrían corresponder a un dialecto maya extinto.

UN ENIGMA QUE SIGUE ABIERTO

La Fiscalía de Campeche ha reabierto el caso, esta vez con el apoyo de antropólogos, topógrafos y especialistas en culturas mesoamericanas. La selva ha comenzado a ser explorada de nuevo, enfocándose en áreas cercanas a donde Ángel fue hallado. Hasta el momento, no se ha encontrado rastro de los otros cuatro jóvenes.

El testimonio de Ángel ha dividido opiniones. Mientras algunos lo consideran una víctima de trauma y delirio, otros piensan que su historia oculta un descubrimiento mayor. Incluso hay quienes creen que los cinco jóvenes encontraron una zona nunca explorada con significancia cultural o espiritual aún desconocida.

LA REACCIÓN DEL PAÍS

México entero reaccionó con asombro ante el caso. Programas de televisión, documentales y redes sociales se han volcado en seguir los avances. Muchos exigen respuestas y presionan a las autoridades para intensificar la búsqueda de los demás viajeros.

Otros, sin embargo, piden respeto y cautela, recordando que se trata de un joven sobreviviente que aún está procesando un trauma inmenso. La familia Rivas Montiel ha solicitado privacidad, aunque han aceptado colaborar con el equipo forense y arqueológico.

UN CASO QUE MARCARÁ A UNA GENERACIÓN

La historia de los cinco viajeros y el regreso inesperado de Ángel Eduardo Rivas Montiel ha generado más preguntas que respuestas. ¿Qué ocurrió realmente en la selva? ¿Qué descubrieron? ¿Por qué solo uno volvió? Y, sobre todo, ¿dónde están los demás?

Por ahora, la única certeza es que el caso sigue abierto y que lo que ocurrió en la espesura de Yucatán en 2015 podría cambiar para siempre la manera en que entendemos el misterio, la historia… y la mente humana.

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