En la última foto de Leah Jensen, de 26 años, aparece sonriendo bajo la luz suave de la tarde mientras se adentra en el Bosque Nacional Red Pine, un lugar que conocía como nadie. Siete meses más tarde, su mochila fue hallada en pie, apoyada contra una roca cubierta de musgo, intacta, como si el tiempo no hubiera pasado. Lo que los investigadores encontraron dentro ha desatado uno de los misterios más inquietantes en la historia reciente de los parques nacionales de Estados Unidos.
La desaparición imposible
Leah no era una excursionista novata. Geógrafa del Servicio Geológico de EE. UU., conocía los senderos, las fuentes de agua y hasta los patrones climáticos de Red Pine. Había realizado más de 200 caminatas en solitario y completado con éxito la ruta del Whispering Creek Loop, un circuito de 23 millas, al menos siete veces. Para ella, este viaje de octubre debía ser una salida rutinaria, una forma de despejarse después de un proyecto agotador en el trabajo.
El viernes 15 de octubre, a las 2:47 p.m., envió su último mensaje a su hermana Emma: “La señal será mala. No te preocupes. Te escribo el domingo”. Nunca volvió a dar noticias.
El lunes, al ver que no contestaba, Emma condujo hasta el inicio del sendero. Allí seguía su coche, intacto, con la llave de repuesto oculta en el mismo lugar de siempre. Al día siguiente, los equipos de rescate se desplegaron. Drones, perros entrenados, helicópteros, mapas detallados de todos los lugares que Leah solía visitar. En cinco días, habían cubierto 70 millas cuadradas. No encontraron ni una huella.
Mike Torres, coordinador de búsqueda y rescate, lo resumió así: “En 22 años nunca vi algo igual. Es como si Leah hubiera sido borrada”.
Un patrón inquietante
La búsqueda se amplió a 150 millas cuadradas e incluso el FBI se involucró. Todo fue inútil. Tras dos semanas, Leah fue declarada desaparecida y presumiblemente muerta. Pero Emma no se rindió.
Revisando antiguos archivos, descubrió que su hermana no era la única. Desde 1987, al menos tres excursionistas experimentados habían desaparecido en la misma zona de Red Pine: Marcus Chen (1987), Sarah Mitchell (1991) y David Kowalski (1996). Ninguno dejó rastro, y en todos los casos, meses después, otros caminantes hallaron objetos colocados de forma extraña: una brújula colgando de una rama, una bota erguida sobre un tronco, una botella de agua sobre una roca. Todo parecía haber sido dispuesto de manera deliberada.
La mochila intacta
Siete meses después, dos guardabosques que limpiaban un sendero a 15 millas del lugar donde Leah fue vista por última vez hicieron un hallazgo espeluznante. Su mochila estaba allí, perfectamente erguida contra una roca. No tenía marcas de animales ni daños por el clima. Era como si alguien la hubiera dejado la semana anterior.
Dentro había tres objetos claves:
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Un mapa topográfico antiguo, de la década de 1930, con un sendero marcado en rojo que ya no existe en los mapas modernos.
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Un diario de viaje, cuyas primeras páginas eran normales, pero luego describían voces nocturnas, un sendero desconocido y estructuras con símbolos tallados en los árboles. Su última frase fue: “Los vi. Y ellos me vieron a mí”.
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Una fotografía impresa en papel térmico de los años noventa. En ella, Leah mira fijamente a la cámara con una expresión extraña, casi de reconocimiento. Detrás, una figura borrosa, alta y desproporcionada, la observa desde los árboles.
Ecos del pasado
La investigación reveló algo más perturbador: ese mismo sendero rojo en el mapa coincidía con una ruta cerrada en 1934, después de que tres leñadores desaparecieran sin dejar rastro. Los informes de la época hablaban de “cosas en las sombras” que imitaban a las personas desaparecidas. Testigos aseguraban haber visto a sus compañeros de trabajo deambulando por el bosque, con miradas vacías y movimientos antinaturales.
Los relatos modernos repiten el mismo patrón. Testigos que aseguran haber hablado con desaparecidos años después, como si el tiempo no hubiera pasado. Personas que se desvanecen en segundos. Apariciones inquietantes que se desdibujan entre los árboles.
Silencio oficial
Tras el hallazgo de la mochila, el parque cerró de inmediato toda la zona. La explicación oficial: “inestabilidad geológica”. Pero documentos internos obtenidos bajo la Ley de Libertad de Información revelaron la verdadera razón: “preocupaciones de seguridad” y “múltiples incidentes con implicaciones para la seguridad pública”.
Desde entonces, el bosque guarda silencio. Ni una pista más de Leah. Ni un hueso, ni una prenda. Nada. Solo el eco de las palabras de los testigos que aseguran haberla visto recientemente, preguntando por su mochila, como si siguiera allí, atrapada en un tiempo ajeno, convertida en otra cosa.
¿Qué ocurrió en Red Pine?
Algunos creen que Leah descubrió algo antiguo, un secreto enterrado desde hace generaciones. Otros piensan que hay un fenómeno inexplicable que atrapa a quienes cruzan ciertos senderos. Y hay quienes afirman que Leah aún camina por esos bosques, pero no como antes.
Lo cierto es que Red Pine acumula más preguntas que respuestas. Y la imagen de una mochila erguida, intacta, esperando a ser encontrada, se ha convertido en un símbolo de un misterio que quizás nunca tenga explicación.